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Días de llamas

Ediciones B,

Barcelona,

J.-R. C.

¿Está permitido reseñar un libro publicado hace casi treinta años? En mientras tanto sí, pues esta sección bibliográfica tiene por objeto informar a los lectores acerca de libros que vale la pena leer y de libros que es preferible no leer. En este caso se trata de una gran novela que vale la pena leer.

Una novela que pasó desapercibida en su primera edición, y casi desapercibida en esta segunda, a pesar de contar con un prólogo nada menos que de Carmen Martín Gaite que hubiera debido ser un aviso para navegantes. Juan Iturralde es el pseudónimo, no el nombre, del autor, José María Pérez Prat, un abogado del estado salmantino y residente en Salamanca, nacido en el año revolucionario de 1917, que vivió la guerra civil española con apenas veinte años. Y que empleó su tiempo en escribir una obra literaria grande. Pérez Prat falleció en 1999.

Su novela es probablemente la mejor que se haya escrito ambientada en la guerra civil española, y más específicamente en el Madrid asediado de 1937. El horror desatado en todas direcciones es transmitido al lector sin contemplaciones y, sin embargo, a pesar de eso, estas páginas se pueden leer porque nada humano parece serle ajeno al autor de la obra. No es una visión romántica o titánica o épica de la guerra y la tragedia civil la que se encontrará aquí, sino una más propia de personas corrientes, en la que en todo caso la heroicidad se escribe con minúscula.

Con tan poca memoria institucionalizada —porque falta el respeto esencial de este Régimen a los asesinados por los «nacionales» y a los reprimidos por ellos—, y con tan pocas ganas de tener memoria los aculturados consumistas adictos a los iconos publicitarios del modo de vida americano, este libro es, para los buenos conciudadanos, de lectura casi obligatoria, como La Regenta, los Episodios de Galdós o los poemas de don Antonio Machado.

21 /

2 /

2015

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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