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Antonio Madrid

El sentido de la vergüenza

Es difícil explicar a los niños cómo es el mundo. Es decir, es difícil explicar a los niños cómo las personas hacemos el mundo. Existe la duda acerca de qué realidades mostrar y cómo mostrarlas. En otros casos la duda no se plantea y directamente se disfraza la realidad o se miente sin más. De esta forma, los niños se hacen jóvenes y van configurando su visión del mundo. A veces, incluso, criticando y transformando la visión que les han transmitido sus mayores.

Qué les vamos a explicar a los niños acerca de los inmigrantes. Hay una parte de la historia que se repetirá: lugares de origen, culturas diferentes, lenguas distintas, canciones propias, tradiciones, creencias religiosas… Tal vez se hable de las causas de la inmigración: por qué una persona deja su lugar de origen y marcha a otro.

Tal vez algún niño pregunte por qué se tiende a tratar la inmigración irregular como delito, o por qué la nueva Directiva comunitaria en materia de inmigración restringe los derechos de los inmigrantes. Para prevenir indignidades intelectuales y morales consistentes en negar la realidad hay una vacuna muy simple: ponerse por unos días en la piel de las personas a las que se les va a aplicar la nueva normativa.

Pero supongamos que la conversación continúa, bien en el colegio o en casa. ¿Cómo explicar la extensión contemporánea de la segregación de los inmigrantes y de aquellas personas que quedan situadas en los arrabales del modelo jurídico, social y político? ¿Cómo explicar —y en su caso, justificar— el incremento de las desigualdades y de los mecanismos de discriminación?

La expansión de los mecanismos de segregación (política, social y jurídica) se ve reforzada por el adensamiento de la cultura del miedo y el arraigo de un pensamiento conservador que rebaja, cuando no anula, la idealidad transformadora. Este proceso se visualiza en decisiones políticas que se transforman en mecanismos jurídicos: la nueva directiva comunitaria sobre inmigración que recorta los derechos de los inmigrantes, debilita las garantías y endurece su tratamiento jurídico; o los proyectos del gobierno italiano para la población gitana o para las prostitutas.

Junto a esta expansión del Estado penal, se mantienen las actuaciones ilegales que tienden a normalizarse: los vuelos secretos y la utilización del suelo español, el mantenimiento de Guantánamo, o la invasión de Irak. No se trata sólo del Leviatán desatado, sino de la progresiva aceptación social (en ocasiones resignación preñada de miedo) de la deshumanización del que es considerado y tratado como enemigo. Se trata también del auge del autoritarismo.

Estos mecanismos (tanto los legales comentados como los ilegales normalizados) generan segregación y dan pábulo a la brutalidad social: los ataques contra gitanos (en Italia), contra los defensores de los derechos de las minorías, contra los homosexuales o contra los inmigrantes son prueba de ello.

Algo de esto habrá que explicar si se quiere mostrar cómo las personas hacemos el mundo. Ante esto el sentido de vergüenza moral y política propia y ajena es irremediable.

30 /

6 /

2008

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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