Skip to content

El Primo

Apropiación de un holocausto

Comparto la idea de que el resultado final de la modernización no puede ser evaluado sin tener en cuenta lo que conocemos como Holocausto. El libro de George Steiner En el castillo de Barbazul es, en ese sentido, una referencia obligada: según Steiner, la disciplina de la tortura y la muerte puesta en práctica en los campos nazis tendría su raíz en la propaganda cristiana de los tormentos del infierno. Por eso no es casual que Pasolini ordenara las fases del exterminio que representó en Salò siguiendo la pauta de los círculos (gironi) del infierno descrito por Dante en su Divina Comedia.

El problema está en que ese test fundamental del proyecto moderno está siendo objeto de una manipulación política que bloquea cualquier posibilidad de análisis medianamente aceptable. Esa manipulación consiste en reducir el holocausto al genocidio infringido a los judíos e identificar a sus víctimas con el estado de Israel para, a continuación, sacar todo el jugo posible de la mala conciencia de una cultura occidental y moderna que arrastraría la culpa del holocausto por los siglos de los siglos. O sea: el holocausto como coartada de una política de expansionismo militar que, paradójicamente, hace recaer la culpa de los muy cristianos nazis sobre la fracción del mundo árabe que resiste a dicho expansionismo.

Es bueno recordar, por eso, que también la etnia gitana, así como los mendigos, los homosexuales y todos los afectados por algún tipo de minusvalía física o psíquica, fueron tan víctimas del holocausto como los propios hebreos. Ahora mismo, en Italia, el populismo ultrarreaccionario de Berlusconi está dando fuerza de ley a una implacable persecución de los gitanos. ¿No estamos, de nuevo, ante un Holocausto? La retórica es la misma: ellos son los culpables de la pobreza, la inseguridad y los mayores delitos. Y procedimientos como los campos de internamiento avalados por la Unión Europea se parecen tanto a los del régimen nazi como para pensar que un tipo como Berlusconi no tendrá el menor reparo en dar el paso siguiente.

El Holocausto es un hecho histórico de tal magnitud que merece ser tomado mucho más en serio.

3 /

2009

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

+