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Vidal Aragonés

El precariado, ¿clase social o división ficticia de la clase trabajadora?

Recientemente La Directa y Crític publicaban muy buenas entrevistas (otra cosa son las respuestas…) con Guy Standing, autor, entre otros, de El precario. Una nueva clase social. Más allá de algunas de las perlas reaccionarias que nos regala el economista británico («debemos aceptar la flexibilidad, no podemos volver atrás, cuando había trabajos estables vitalicios»), la centralidad de su discurso se sitúa en dibujar una nueva clase social, «el precariado»: de la misma manera le atribuye a esta supuesta nueva clase un carácter revolucionario e identifica la clase trabajadora como sinónimo de estabilidad laboral. Diferentes sectores progresistas e incluso anticapitalistas han abrazado el referido concepto en los últimos años. No pretendemos negar el crecimiento de una realidad precaria y su devenir mayoritario en toda una generación ni realizar fetiche de un determinado estrato de la clase obrera y su correspondiente glorificación. El objeto de las cuatro ideas que desarrollamos a continuación es discutir al economista británico su formulación de precariado y el carácter revolucionario de éste, así como su descripción de lo que ha sido y es la clase trabajadora.

Una aproximación al concepto de clase social

Para definir qué es una clase social, sería interesante acercarnos a los estudios de Lenin, Marx, Poulantzas y Luckács entre otros. Nos vamos a quedar con la definición de “clase” de este último por ser el que seguramente estudió más el concepto: «una totalidad concreta activa o práctica dentro de un proceso histórico total dialéctico». Su concepción de la clase rechaza el grupo por niveles económicos y lo sitúa al conjunto de actividades de una serie de gente que forma parte de la totalidad. Para Luckács las clases son una realidad diferente a las de sus propios componentes que se manifiesta en un determinado momento y en un lugar concreto. Asimismo considera que las clases son realidades activas (si no, no son clases) en un proceso histórico total dialéctico como fuerza social histórica, como motor de la historia.

Más allá de definiciones es más práctico analizar otra serie de elementos que nos acerquen a la significación de clase social. Nos encontramos ante fuerzas sociales, no grupos ni estadísticas. No se pueden limitar a nivel económico sino a sus causas y efectos en la sociedad. Las clases no son grupos profesionales o económicos pero quedan determinadas por el modo de producción. También dependen de la lucha de clases y la combinación de ésta con los modos de producción nos permitirá identificarlas. Así, la clase trabajadora se caracteriza por la necesidad de vender su fuerza de trabajo y por no poseer los medios de producción. Dicho esto, es necesario diferenciar distintas capas dentro de la clase trabajadora, así como distintos bloques históricos de los que puede formar parte.

La clase trabajadora no puede identificarse con hombre, autóctono, obrero fabril, con afiliación sindical y militancia de izquierdas. No se puede analizar a la clase trabajadora sin los cambios y modificaciones que la han transformado y la continúan transformando; no podemos identificar clase trabajadora con pobreza y duras condiciones de trabajo y tampoco (como defiende Standing) con estabilidad laboral y económica.

¿Qué es el precariado en la definición de Standing?

En los textos de Standing es difícil encontrar una definición cerrada del precariado: lo que leemos es una serie de generalidades de las que se puede inferir el concepto.

En primer lugar, debemos criticar la visión y construcción que hace el británico de la clase trabajadora (“Para el viejo proletariado, la norma era el trabajo estable. Y más importante que esta temporalidad es que no tienen una identidad profesional”), ya que nunca han abundado puestos de trabajo estables, buenas condiciones laborales, alta sindicación y transmisión de los puestos de trabajo de padres a hijos. Las condiciones que acabamos de mencionar serían relativas a la aristocracia obrera, estrato de la clase trabajadora existente en un determinado momento histórico, y tan sólo en algunas zonas del planeta. Pero esta realidad representa un porcentaje muy minoritario, nada que ver con la realidad del conjunto de la clase.

El economista británico incluye en la definición de precariado: «La primera clase de la historia que tiene un nivel educativo más elevado que el que requiere el trabajo remunerado que se le ofrece», cuando, curiosamente, esto en Europa occidental ya hace tres décadas que sucede entre los hijos y las hijas de la clase trabajadora. Lo que sí llama la atención es que Standing lo denuncie cuando también lo está sufriendo la pequeña burguesía y no solo sectores de la clase trabajadora. Cuando la mayoría del precariado es indudablemente clase trabajadora, nos da la sensación de que sólo persigue hacer desaparecer el referencial de esta clase y enfrentar a sus componentes entre ellos haciéndoles pertenecer a una nueva realidad que les diferencia entre sí.

El segundo elemento determinante de la definición de Standing “es que tiene diferentes relaciones de distribución, es decir, que tiene que depender, casi completamente, de los salarios monetarios. No tiene acceso a ningún capital, como sí tienen otros grupos, no tiene acceso a beneficios ajenos al salario, que podrían modificar su trabajo. No tiene pensiones, no tiene vacaciones pagadas, no tiene sanidad pagada”. Evidentemente la falta de acceso al capital y el vivir de vender la fuerza de trabajo es una de las esencias de clase trabajadora pero curiosamente, en la actualidad, algunos de esos autónomos a los que Standing define como precariado sí tienen acceso al capital y contratan a su vez a otros. Por lo que respecta a las vacaciones, la sanidad o las pensiones, es algo que en algunos Estados todavía se mantiene como titularidad incluso de los más precarios y en otros nunca lo ha sido, ni tan siquiera entre sectores de autónomos o de clase trabajadora. No es algo, por tanto, que sea determinante de precariedad.

La tercera cuestión que utiliza Standing es ésta: “esta es la primera vez en la Historia en que una clase social emergente se encuentra en proceso de perder derechos que han sido adquiridos por ciudadanos del pasado. Es una transformación extraordinaria. Están perdiendo todas las formas de derechos: civiles, culturales, económicos, sociales y políticos. Esto no tiene precedentes”. En primer lugar se trata de un visión muy eurocéntrica, ya que, por poner dos ejemplos, en América del Sur (Bolivia, Ecuador, República Bolivariana de Venezuela) y en China se han adquirido derechos en los últimos 15 años, si bien en el resto del mundo no ha sido esta la tendencia. Del mismo modo, en la historia ha habido otros momentos que el surgimiento de la clase trabajadora no se ha construido sobre la obtención de derechos sino sobre la pérdida de los mismos. Seguramente la expulsión de zonas rurales del pequeño campesinado y su traslado a las grandes ciudades respondió a esta realidad.

Precariado, ¿clase o proceso basculante?

También nos dice Standing: «Una de las cuestiones es que, si formas parte del precariado, no tienes una identidad ocupacional, una narrativa ocupacional»; «Caracteriza la falta de apoyo comunitario o de prestaciones estatales»; «Empleo inestable», «El precariado se sitúa por debajo de la clase obrera». En el precariado podemos encontrar desde médicos hasta inmigrantes sin permiso de trabajo; debemos entenderlo como un colectivo caracterizado por la inestabilidad laboral y por la falta de prestaciones del Estado, según este autor.

Así pues, la del precariado es una expresión interclasista que pone en el mismo saco al becario («falso becario») de origen pequeñoburgués que se está formando como adjunto de dirección y a la limpiadora a tiempo parcial. O lo que es lo mismo: el Jefe y la explotada en la misma clase, “dos clases en una” porque este precariado está formado tanto por sectores proletarios como pequeñobuergueses. En cuanto al primero, participan los sectores más explotados y con menos derechos de la clase trabajadora; el pequeñoburguesesdo responde a una proletarización de determinadas profesiones y a un carácter temporal de un tránsito en la construcción de una carrera profesional, todo ello según el economista británico.

Sin embargo, si analizamos esta realidad con más profundidad y recorrido, veremos que finalmente el segundo grupo pasará a formar parte de la clase trabajadora o de la pequeña burguesía pero, de momento, se encuentra en un simple tránsito en el que coincide con ciertos sectores obreros por la falta de estabilidad pero no por el entorno social, la realidad familiar y/o la relación que mantiene con los medios de producción. El autodefinido precariado no es una clase, ni siquiera una capa dentro de una clase. Mezclar en una sola y pretendida nueva clase dos sectores separados social y económicamente como son la pequeña burguesía y el proletariado constituye un error escolástico. Dividir como dos clases que son fracciones de la clase trabajadora, aristocracia obrera y el resto, es simplemente perverso.

El precariado no es más que una expresión de un tipo de organización del trabajo natural del capitalismo que se ha ido ampliando a sectores profesionales (la falta de reconocimiento de relación laboral, la temporalidad, los bajos salarios… es la base del sistema). Curiosamente, además, son las estrategias que el economista británico recomendaba a los sindicatos las que acercan a Europa Occidental a este escenario de precariedad generalizada.

¿Precariado, clase revolucionaria, o entre el progresismo y la reacción?

La situación transitoria y basculante de buena parte de lo que se denomina precariado, así como su propia naturaleza de inestabilidad, es lo que priva a este grupo social de un carácter revolucionario. Otra cosa es que estos sectores, en momentos de polarización social, unan sus luchas a las del conjunto de los trabajadores y trabajadoras en un destino común. En cualquier caso, debemos recordar que, históricamente, la pequeña burguesía nunca ha tenido una posición política autónoma y siempre se ha movido entre la derecha y la izquierda. Es esto lo que hace más necesaria una intervención política para conseguir que quienes están sufriendo condiciones de vida de precariedad vean que sus intereses son comunes a los de la clase trabajadora. En caso contrario, unos sectores se orientará a la izquierda y otros al populismo liberal o a la extrema derecha, nada que ver con una clase revolucionaria.

Acabando y para resumir, podríamos afirmar que lo que Standing llama nueva clase es tan solo un grupo social fruto de un determinado proceso histórico en el que convergen tres aspectos clave: un bajo nivel de conciencia de la clase trabajadora, una merma en las condiciones materiales de la pequeña burguesía y una organización del trabajo post-fordista.

 

[Vidal Aragonés es profesor de Derecho del Trabajo de la UAB y abogado laboralista del Col·lectiu Ronda]

31 /

1 /

2016

La lucha de clases, que no puede escapársele de vista a un historiador educado en Marx, es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existan las finas y espirituales. A pesar de ello, estas últimas están presentes en la lucha de clases de otra manera a como nos representaríamos un botín que le cabe en suerte al vencedor. Están vivas en ella como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como denuedo, y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos.

Walter Benjamin
Tesis sobre la filosofía de la historia (1940)

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