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José Manuel Barreal San Martín

A las compañeras y compañeros del magisterio

Más allá de Pisa y pactos educativos

Sé que estáis preocupados. La gente opina sobre vuestra labor; desde la administración educativa, que bien está que opine, aunque la mayoría de las veces lo haga con criterios tecnocráticos, hasta sectores financieros, empresariales y políticos que nada tienen que ver con vuestro trabajo. Eso y más, sé que os ocurre. En estos momentos dos aspectos salen por enésima vez a vuestro encuentro. Son el «Informe Pisa» y el «Pacto Educativo». Sobre el primero, decir  que es como un «circo bianual», en el que se mide todo menos el reconocimiento a la labor del profesorado; casi diría que todo lo contrario, se os pone en el disparadero y en la diana de las críticas. En cuanto al llamado «Pacto Educativo», aún está por llegar la fiesta con todo el faranduleo que conlleva. Pero vosotros, maestras y maestros, os preocupáis por cosas más interesantes. Así, por esos ojos del niño o de la niña mirándote como reaccionas, tal vez como entras en el aula, si vienes contenta o de malhumor. Ese pequeño, que espera de ti lo animes a seguir adelante; que quiere no le culpes por algo que no se le da bien y que espera de ti una explicación o a su edad, una solución.

Sabéis cosas que los burócratas de la política ignoran, y es que cada niño y cada niña es diferente;  que no se puede tratar a todos de la misma manera, que eso sí que es injusto. Cada uno, tiene su ritmo y que ni Pisa, ni el Pacto Educativo, tienen: tampoco les preocupa la solución; solo tú, en tu aula, es quien debes de intentar resolver tan importante «enigma».

Sabéis  que el trabajo con niñas y niños, es con personitas que son como esponjas; que tu cara, tu sonrisa, esa mueca de cabreo, esas palabras; todo y más les transmitís, y aunque haya gente que no lo entienda,  esa trasmisión brotará en la niña y en el niño igual que esa semilla que se planta y más tarde da fruto. Por eso, en vuestro trabajo tenéis sumo cuidado en no utilizar palabras o tener actitudes que mañana, tal vez, puedan hacerles daño. Qué saben  de esto, los tecnócratas y los políticos.

Sé  de vuestra paciencia, de cómo en muchas ocasiones la incomprensión es la compañera de vuestro trabajo y os sobreponéis, no porque os paguen para eso, como dicen los estultos opinadores, sino porque os gusta vuestra profesión, la sentís y con ella os acostáis, levantándose al día siguiente con la preocupación que el niño o la niña  A, es distinto del B y claro, a ver cómo me las arreglo para que los dos  puedan entender lo que quiero enseñarles. Tenéis entonces que adaptar, en lo en que sea posible, esos contenidos y dar un giro en algún objetivo; es cuando se choca con el sistema, con el currículo, con muchos padres y madres; es aquí, donde surge la incomprensión; o la administración educativa, en su sublime pragmatismo, toma partido por «lo oficial». Son esas «personas mayores», que no distinguen » un sombrero» de la «serpiente boa comiéndose  un elefante». No os entenderán, seguro. Pero sabéis que la enseñanza no debe de ser frustrante, sino todo lo contrario, tiene que ser cómoda para que triunfe sobre la frustración. Por eso algunas de las opiniones de «las personas mayores» se irán al contenedor del patio del colegio. 

Querido maestro, querida maestra, el tiempo que pasáis con los  niños y las niñas es, comparado con su vida futura, muy pequeño. No obstante, siendo así, lo que  hagáis  o digáis  les influirá para bien o para mal. Lo sabéis. No lo saben, los hacedores de Pisa, del posible «Pacto Educativo», o mejor no lo quieren saber. Solo les interesa la rigidez en el sistema educativo, los intereses económicos. Es decir, todo lo que dificulta vuestra labor educativa y el potencial educativo de cada niña y niño. Un saludo.

10 /

1 /

2017

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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