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Rafael Poch de Feliu

Tres vectores y nueve frentes de la actual guerra híbrida contra China

El algo confuso concepto de “guerra híbrida” suele utilizarse para describir toda la panoplia de presiones y acciones militares, diplomáticas, de servicios secretos, desinformación, propaganda y ataques digitales utilizada contra una potencia adversaria. No describe una realidad nueva —la tradicional guerra fría del mundo bipolar ya contenía casi todo eso— pero incorpora las nuevas posibilidades no convencionales de sabotaje y desinformación abiertas por las nuevas tecnologías, en particular las digitales. Esas posibilidades son hoy recurso generalizado de todas las grandes potencias.

En la relación de Estados Unidos y sus aliados militares contra China la “guerra híbrida” tiene tres grandes vectores: la presión militar y política desde países vecinos, la “política de derechos humanos”, es decir la utilización propagandística y selectiva de las fechorías del adversario vía campañas de medios de comunicación con especial concentración en el fomento del separatismo, y la presión económica comercial y tecnológica. Dentro de estos tres vectores generales, en la actualidad podemos distinguir nueve frentes de acción abiertos [1].

1- Cerco militar. Desde su fundación, la República Popular China ha estado rodeada de un cerco militar de bases y recursos estacionados en todo su perímetro. Actualmente ese perímetro abarca desde la península coreana hasta Afganistán, pasando por Japón, los estrechos de Malaca, Australia y el Océano Índico, con decenas de miles de soldados estacionados permanentemente. El cuarteto de seguridad Quad es una alianza militar formada en 2007 por Estados Unidos, Japón, Australia e India con el objetivo de contener la influencia china en la región Indico/Pacífico. En 2008, Australia se retiró del club a iniciativa de su entonces primer ministro, Kevin Ruud, pero regresó en 2017. Desde entonces esta alianza se ha revitalizado.

2- Incursiones y patrullas aeronavales periódicas de Estados Unidos en el Mar de China Meridional. Es una práctica que viene de muy lejos pero que se ha incrementado desde 2009 y particularmente desde el anuncio del Presidente Obama, en 2012, de trasladar a Asia el grueso de su potencial militar aeronaval, el Pivot to Asia. China reivindica la soberanía del Mar de China Meridional, que no por casualidad lleva su nombre y que durante siglos ha sido vía de salida de la zona comercial más bulliciosa del mundo. China dispone de una zona marítima exclusiva de 900.000 millas, al lado de las 9,6 millones de millas de Estados Unidos en el Pacífico, 6,9 millones de Francia y 3,5 millones de Australia. Esa realidad encajonada es consecuencia histórica de un ordenamiento jurídico resultado de la época colonial. Desde el punto de vista de la milenaria historia china, esa época es un breve paréntesis. Las actuales incursiones han dado lugar a fricciones y son una peligrosa fuente de posibles accidentes y conflictos militares en el futuro.

3- Intensa actividad de espionaje de la CIA en China. Es un ámbito lógicamente opaco del que suele únicamente conocerse aquello que las propias agencias implicadas desean que se conozca, vía sus filtraciones a medios de comunicación. Como ejemplo el informe del New York Times de mayo de 2017 en el que se daba cuenta de la detención y/o ejecución de “más de una docena” de informantes de la CIA entre 2010 y 2012. El espionaje en China es “una de las principales prioridades” de la agencia, señalaba el informe, según el cual la operación de los chinos paralizó las actividades de la CIA en el país durante años [2].

4- Hackeo generalizado de la CIA de industrias y agencias chinas. En marzo de 2020, la empresa de seguridad china Qihoo 360 anunció el descubrimiento de una acción generalizada de piratería informática iniciada en 2008 por la CIA contra empresas energéticas, de aviación e Internet, así como instituciones científicas y agencias gubernamentales. El informe señalaba que esa acción pudo haber captado la información comercial china más reservada, incluidos aspectos como el seguimiento en tiempo real del tráfico aéreo personalizado de pasajeros y mercancías de los aviones de las compañías chinas [3].

5- Campañas mediáticas. La creación y fomento de un estado de opinión desfavorable a China, enfatizando los aspectos más negativos y marginando los positivos, ha creado en los últimos años toda una escuela que recuerda a la creada contra la URSS en medios de comunicación, universidades y laboratorios de ideas durante la guerra fría. La crítica sectaria y propagandística a China y su sistema, frecuentemente repitiendo puntos de vista de las agencias de seguridad o del Departamento de Estado de Estados Unidos, es un factor de éxito profesional para periodistas e investigadores. Defender posiciones neutrales o favorables a China es una promesa de marginación profesional.

6- Apoyo y fomento del separatismo en Hong Kong y Taiwán. Crear inestabilidad en el antiguo enclave colonial británico es fundamental no solo en sí mismo, sino, sobre todo, para complicar cualquier horizonte de reunificación nacional con Taiwán, el único territorio chino desgajado por el colonialismo y aún no incorporado a la RPCH. En Taiwán ha nacido una identidad y personalidad diferenciada de China continental, por lo que cualquier escenario de reunificación pasa por un acuerdo que incluya una marcada autonomía para la isla. Desde ese punto de vista, Hong Kong, que es territorio autónomo de la RPCH, puede considerarse un espejo para Taiwán. La desestabilización del territorio tiene, por tanto, consecuencias inmediatas para los taiwaneses. Pese a que reconoce el principio de “una sola China” que en Pekín se considera sagrado por razones históricas (cerrar las herencias del colonialismo y de la guerra civil), Estados Unidos apadrina, militar y políticamente, la independencia de Taiwán. Desde 2014, Estados Unidos ha apoyado las protestas civiles en Hong Kong que fueron extremadamente violentas en 2019, vía la Ong de la CIA, National Endowment for Democracy (NED) [4].

7- Desestabilización en Xinjiang. Desde 2018 está en marcha una intensa campaña propagandística para desestabilizar la región nor-occidental de China, el Xinjiang, hogar de la mayor minoría nacional del país, los uigures. El foco consiste en denunciar el internamiento de “más de un millón” de uigures en “campos de concentración” [5], operación calificada de “genocidio” por el ex secretario de Estado Mike Pompeo en 2019 y comparada con la persecución nazi de los judíos en la prensa de Estados Unidos. Hasta 2017 Xinjiang y otras partes de China fueron escenario de atentados integristas islámicos uigures. Activistas uigures combatieron en las filas de Al Qaeda y el Estado Islámico en Afganistán y Siria. El gobierno chino lleva a cabo una dura campaña de desradicalización en “centros” que presenta como de “educación”, con manifiesta violación y abuso de derechos básicos. La región es puerta de salida hacia Asia Central de la Nueva Ruta de la Seda (B&RI), la gran estrategia de proyección euroasiática de China. Desestabilizar Xinjiang obstaculizaría, por tanto, un vector importante de esa proyección. La oposición uigur está amparada y patrocinada por el NED, la ONG de la CIA. En Munich se encuentra la sede de los separatistas uigures de Xinjiang, cuya ideología oscila entre un supremacismo racista túrquico y el tradicionalismo integrismo islámico. 

8- Guerra tecnológica. China mantiene una aguda dependencia de Occidente en alta tecnología. Sin embargo está progresando con grandes inversiones en ese ámbito y algunas de sus empresas han alcanzado posiciones internacionales significativas. Cortar la comunicación entre esas empresas y el resto del mundo es vital para detener el avance de China. En 2018 las leyes de seguridad nacional de Estados Unidos (NDAA) establecieron restricciones comerciales contra cinco de las mayores empresas de telecomunicaciones chinas. En 2018 se prohibió la compra de equipos a Huawei, líder en tecnología 5G, y ZTE en Estados Unidos. En una acción sin precedentes, ese mismo año la directiva de Huawei, Meng Wanzhou [7], fue detenida en Canadá a petición de Estados Unidos, lo que ha creado un considerable escándalo en Canadá. En 2020 la compañía ZTE fue declarada “amenaza para la seguridad nacional”. Washington presiona a la Unión Europea para que renuncie a la tecnología 5-G de Huawei.

9- Guerra comercial. A partir de 2028, el Presidente Trump estableció una cascada de tarifas y barreras comerciales a China denunciando sus “prácticas comerciales abusivas”. China ha replicado con contramedidas. La mayoría de las quejas de Estados Unidos apuntan a debilitar el sector público chino, así como el control estatal de la economía, uno de los pilares del éxito económico de China en las últimas décadas.

Notas

[1] La enumeración de frentes en Izak Novak, The War on China.

https://izaknovak.wordpress.com/2020/04/17/62/

[2] Sobre la actividad de la CIA en China: https://www.nytimes.com/2017/05/20/world/asia/china-cia-spies-espionage.html

[3] Hackeo de la CIA en China: https://blogs.360.cn/post/APT-C-39_CIA_EN.html

[4] https://ctxt.es/es/20190918/Firmas/28353/Rafael-Poch-Maidan-Hong-Kong-China-imperios-combatientes.htm

Diario del pueblo sobre el papel de Estados Unidos en las revueltas de Hong Kong: http://en.people.cn/n/2014/1011/c98649-8793283.html

Ley americana sobre Hong Kong: https://en.wikipedia.org/wiki/Hong_Kong_Human_Rights_and_Democracy_Act

[5] Global Times sobre los “campos de concentración” en Xinjiang: https://www.globaltimes.cn/content/1208288.shtml

[6] Caso Meng Wanzhou:

https://en.wikipedia.org/wiki/Meng_Wanzhou

 

[Fuente: Ctxt]

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2021

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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