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Marie-Jo y sus dos amores

Los bombones de la Puri

La Puri

Hola, chavales. ¿Os gusta el título? Yo prefería «La Puri recomienda», pero éste también me gusta. Aunque, éste, se podría titular «Recorta y pega de la Puri», porque es un recorte de El viejo topo, de un artículo que publicó Josep Torrell, que a una le gustó mucho. Otro día me pongo más hacendada y hago algo yo. Besitos, la Puri.

Una película grande, hermosa, fecunda y fértil: Marie-Jo y sus dos amores (Marie-Jo et ses deux amours, 2002) de Robert Guédiguian es una película bellísima, calculada y hermosa, a la vez que imprime un giro a su trayectoria cinematográfica.

Contemplada con ojos de un observador lejano, y teniendo en cuenta toda su filmografía, parecía claro que con La ciudad está tranquila había llegado a las cotas más altas. Después de esto, ¿qué hacer? ¿Cómo encarar un tema sin que pareciera un remedo de lo ya hecho? La respuesta llega ahora, y Marie-Jo y sus dos amantes ha convencido a muchos que permanecían renuentes ante su obra.

El 22 de octubre del 2000, en Valladolid, el qué hacer tras haber hecho La ciudad está tranquila estaba en la mente de todos, y salió en el coloquio. La respuesta merece ser recordada: «En cuanto al futuro, aunque no estoy muy seguro de ello, creo que voy a intentar dedicarme también a otro tipo de proyectos, porque últimamente he estado rodando mucho, he rodado casi una película al año, y mis experiencias y las experiencias de las personas que trabajan conmigo, por ricas que sean son forzosamente limitadas; esto significa que si he de basarme en ellas para hacer otra película el año que viene es probable que acabe contando lo mismo. De manera que creo que en este momento es preciso que deje pasar un poco de vida, que deje pasar un espacio de vida personal, para poder contar algo nuevo de mí, algo personal. De modo que voy a alternar proyectos personales con proyectos que sean un poco menos personales, aunque estarán siempre relacionados con mi formación. Imagino que esas cosas algo menos personales las iré a buscar posiblemente en el teatro, obras clásicas que pueden ir desde las comedias de Shakespeare hasta Chejov. Lo avanzo así, como mera reflexión, porque estoy pensando todavía en este asunto.»

«Las iré a buscar posiblemente en el teatro», dijo. Y efectivamente fue a buscarlas allí y las encontró. Las olas y ese réquiem que suena eliminando cualquier otro sonido es un coup de theatre que termina su obra con una apoteosis que deriva inevitablemente hacia el recordatorio de que ese final es ficticio.

No es sólo el teatro. Hay una novedad en el enfoque. Se percibe un cambio en las maneras de hacer cine: de los problemas generales a los problemas individuales con su dimensión social.

Los personajes pertenecen a una clase trabajadora real y nada imaginaria. Marie-Jo está casada con Daniel, que le regalara una barca por su aniversario con su nombre, y mantiene relaciones con Marco, otro hombre al que conoció en su trabajo. Un día, harta de engaños, le confiesa a su marido que le quiere pero también quiere a otro. Una mujer dividida entre dos amores, y dispuesta a vivirlos ambos, éste es el argumento de Marie-Jo y sus dos amores y se podría decir también su guión. Sin tristeza no hay amor. Marie-Jo ­como siempre, Ariane Ascaride- lucha por su doble amor porque de algún modo siente que esa es la forma de seguir siendo coherente con lo que ella piensa.

Robert Guédiguian ha contado con la colaboración de Renato Berta, el director de fotografía, para crear las condiciones de intimidad que precisaba para hacer precisamente que el argumento y el guión casi coincidan. El cuerpo desnudo de sus protagonistas se da a ver, no como un espectáculo sino como uno de los elementos cruciales del deseo y el sexo. La carnalidad y la perseverancia del deseo se constituyen como piezas esenciales de la búsqueda del bienestar.

En la conferencia de prensa, el director se mostró de acuerdo con quienes le saludaban por haber hecho un film diferente, pero discrepó sensiblemente de quienes le felicitaban por haber roto con el cine social para hacer una película romántica. Marie-Jo y sus dos amores es otra forma de hablar de lo de siempre, argumentó convincentemente Guédiguian. Es una forma de hablar de las actitudes sociales. Al fin y al cabo, la elección de Marie-Jo ­y el final teatral, que podríamos sintetizar en el acto final de coger la mano­ es un rechazo del mundo tal como es.

Pero lo que sí nos preocupa es la actitud del público, un público que en el momento de la lectura de premios es sólo prensa especializada. Y, abrumadoramente, prensa nacional. Nos preocupa su reacción. Nos preocupa ­el alemán y la francesa compartían la desilusión­ su indiferencia ante Marie-Jo y sus dos amores y, por el contrario, su reacción ­casi de fanáticos­ en pro de otras películas. Nos preocupa porque esta será su actitud cuando el estreno y Marie-Jo y sus dos amores ­película grande, hermosa, fecunda y fértil­ no merece que la ahoguen sin haber encontrado su público.

5 /

2003

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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