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Ricardo Natalichio

No confundir el campo con los campesinos

El conflicto que se vive en Argentina por la rebelión de los productores rurales y que ha sido reproducido en medios de comunicación de todo el mundo, requiere de un análisis profundo. En este país el campo y los campesinos desde hace unos cuantos años no son la misma cosa. Abordaremos el caso de Argentina, pero este es un modelo que se reproduce, en mayor o menor medida, en toda América Latina.

Desde la década del noventa, con la presidencia de Carlos Menem, se comenzaron a producir grandes cambios en el sector agropecuario. La sojización del campo, trajo aparejada una fuerte concentración de las tierras más fértiles en manos de los llamados pool de siembra y su consiguiente éxodo de mano de obra excedente hacia las grandes ciudades.

Cientos de miles de familias de campesinos se fueron viendo forzados a abandonar el campo presionados por un nuevo modelo de agricultura, que no necesita agricultores. Los pequeños productores fueron siendo sistemáticamente fagocitados por los pool de siembra y hoy la Argentina toda, es una inmensa plantación de soja, que ya ocupa casi el 70% de la superficie total sembrada.

Desde el gobierno se plantea que la suba en las retenciones a la soja, está pensada como estrategia para desalentar el incremento de este cultivo a lo largo y a lo ancho del país, ya que los extraordinarios precios internacionales obtenidos por el monocultivo de la soja, desalientan la producción de otras siembras como el trigo, el maíz y otros productos agrícolas necesarios para abastecer al mercado interno.

Por otra parte, no olvidemos que los monocultivos incentivan el uso de fertilizantes y agroquímicos altamente contaminantes. Que producen desertificación, contaminación del agua y pérdida de biodiversidad.

Estamos de acuerdo con que las retenciones, así como están planteadas, concentran la riqueza en Buenos Aires. Pero la solución a esto pasa por que el gobierno debe incrementar el gasto nacional en aquellas regiones que lo necesiten, alentando la diversificación de cultivos y apoyando la creación, financiación y el trabajo de las pymes y los campesinos, que son los mayores creadores de empleo y productores de alimentos.

Se ha instalado desde los medios de comunicación la falsa premisa de que el campo es el que alimenta y financia al país. Esto es una doble falacia, en todo caso los que proveen de alimentos al país son los campesinos, ya que el campo sólo produce soja para exportar. Y financieramente, los ingresos que genera el campo para el país provienen de las retenciones, que son el motivo de su protesta.

El verdadero problema de fondo es la concentración de la tenencia de la tierra, pero esto por ahora ni se debate. Los alimentos no pueden ser objeto de ganancias ilimitadas. La Biodiversidad es una riqueza de los pueblos y la tenencia de la tierra, debe estar en sus manos.

El futuro de los campesinos, la sustentabilidad de la tierra, la contaminación del agua, la pérdida de diversidad biológica, la desertificación, la soberanía alimentaria; no dependen del porcentaje de las retenciones, sino de un modelo de país.

Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación.

[Publicado originalmente en Ambiente y Sociedad, n.º 337, 27 de marzo de 2008]

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Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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