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La redacción de mientras tanto

Neus Porta i Tallada: in memoriam

El pasado 20 de septiembre falleció en Barcelona nuestra amiga Neus Porta, después de una prolongada enfermedad terminal que sobrellevó entre los suyos con plena consciencia y entereza. Mientras tanto está largamente en deuda con Neus. Su contribución fue importantísima y capital en los primeros años de la revista impresa, para la que desempeñó trabajos de producción editorial y de gestión sin los cuales mientras tanto no hubiera podido subsistir. Y volvió a serlo en la etapa inicial de la publicación electrónica, a la que aportó su experiencia en este campo y nos puso en contacto con quienes desempeñan hoy trabajos análogos a los suyos en el medio electrónico. Más allá de esto, Neus Porta era una amiga y compañera con la que compartimos la idealidad emancipatoria con todas sus consecuencias.

Neus parecía creer que la perfección es posible, y por eso todo lo que hacía se aproximaba a la perfección costara lo que costara. Era una persona excepcional incluso en el sentido estadístico de la palabra. La mayor parte de su tiempo de trabajo estuvo dedicada a los libros: a componerlos materialmente, a restaurarlos. En ello manifestaba su amor por las pequeñas cosas necesarias. Su sentido del humor y su risa, la risa de Neus, siempre cargados de inteligencia y sensibilidad, nos obligaban a ser más inteligentes y en cierto modo más puros: nos descontaminaban de las adherencias de la cultura hegemónicamente burguesa en que por desgracia vivimos. Que ahora ya no esté entre nosotros nos deja una oquedad interior, una carencia. Nadie podrá llenarla jamás. Y si eso nos ocurre a sus amigos, es impensable el dolor de su pérdida entre las personas que le fueron más que próximas, inmediatas, y a las que quisiéramos acompañar: Paco Fernández Buey, su esposo, fundador de esta revista, compañero y amigo; su hijo, el escritor Eloy Fernández Porta; sus hermanos. Compartimos con ellos un luto que sabemos se extenderá en el tiempo. Querremos siempre a Neus; nunca podremos olvidarla.

28 /

9 /

2011

La lucha de clases, que no puede escapársele de vista a un historiador educado en Marx, es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existan las finas y espirituales. A pesar de ello, estas últimas están presentes en la lucha de clases de otra manera a como nos representaríamos un botín que le cabe en suerte al vencedor. Están vivas en ella como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como denuedo, y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos.

Walter Benjamin
Tesis sobre la filosofía de la historia (1940)

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