Skip to content

Albert Recio Andreu y Antonio Madrid Pérez

Alguien tendría que dimitir. Carta abierta a la dirección de CC.OO.

La participación de Miguel Ángel García, y su toma de posición, en la “Comisión de sabios” sobre la reforma de las pensiones constituye un grave problema para la credibilidad social de CC.OO. Es cierto, como ha recordado la Comisión Confederal, que ni lo hizo como delegado del sindicato ni el sindicato asume como propio su posicionamiento. Y es también cierto que el sindicato reconoce que fue un error esta participación. Todo esto es cierto pero no basta. En política y en movimientos sociales los gestos importan. Gran parte del desprestigio que experimenta la acción política en la sociedad actual se debe al comportamiento de unos representantes que nunca adoptan respuestas éticas y visibles cuando son alcanzados por alguna actuación incorrecta. Esta misma situación afecta a la vida sindical. Los sindicatos, mal que nos pese y a pesar de su implantación social, padecen una misma crisis de legitimidad. Crisis que es patente en las encuestas sobre valoración social de las instituciones y que también es visible en la desconfianza que los sindicatos generan en un amplio espectro de activistas sociales. Para sectores importantes de la sociedad, para una parte de la base social que debería formar parte del movimiento sindical (o de sus aliados), los sindicatos son vistos con recelo, como organizaciones excesivamente burocratizadas, cercanas al poder, demasiado transigentes con la pérdida de derechos sociales. Sabemos que es una imagen falsa, que gran parte de esta visión se ha generado con informaciones sesgadas, con ignorancia real, con campañas orquestadas por los enemigos del sindicalismo. Pero sea cual sea el grado de certeza o falsedad de la misma, es absolutamente necesario hacerle frente para poder ampliar la presencia y las alianzas de la acción sindical. Combatirla con una intervención adecuada, pero también con unas formas de acción que no generen confusión.

Que el máximo responsable del Gabinete Técnico participe y suscriba los acuerdos en una Comisión de Expertos que elabora un dictamen en el que se apuesta por una reducción sustancial de las pensiones (no por plantear formas alternativas de financiación) y una clara apuesta por promover las pensiones privadas no es solo un error. Es abrir una verdadera línea de críticas a CC.OO. De las que estamos acostumbrados a oír los que muchas veces lo defendemos. Por desgracia no es la primera vez que CC.OO. choca con el tema de las pensiones. En el otoño de 2010, el sindicato nos movilizó contra el anuncio de otra reforma con la consigna estrella de que no íbamos a tolerar el alargamiento de la edad de jubilación. A comienzos de 2011, tras una especie de encierro, la dirección de CC.OO (y de UGT) acabo firmando una reforma que incluía este alargamiento sin antes haber dedicado esfuerzo a explicar y convencer sobre las causas del cambio de política. Y ya entonces este giro dio alas a los sectores hostiles a CC.OO. Ahora la cosa es más grave, puesto que el contenido de la propuesta es mucho más brutal y se ha aceptado el juego de una mesa cerrada de “expertos” fuera de un verdadero debate social. La única forma de minimizar el coste del error es tomando medidas que muestren al menos que hay voluntad de rectificar y que los responsables del error lo asumen como tal. La única forma de que el sindicato sea creíble es que al frente de sus órganos estén personas que crean de verdad sus políticas. Parece imposible que el sindicato pueda defender con buenos argumentos técnicos una política sobre pensiones cuando su Jefe del Gabinete Técnico propugna una vía completamente diferente y cuando alguien en la dirección confederal apoya que sea esta persona la que dirija esta actividad importante. Si, como estoy seguro, son personas que aman a CC.OO, entenderán que este es un sacrificio necesario. Mantenerse en el puesto es hacer lo mismo que hacen las elites políticas, es seguir creando argumentos a favor de la demagogia antisindical. Hoy más que nunca es necesario un sindicalismo fuerte, integrador, organizador de las clases trabajadoras. Y esto no se puede hacer cuando se abandona la coherencia, cuando se pasan por alto las responsabilidades, cuando se emite una imagen confusa.

Puestos a sugerir creemos que en el tema de las pensiones sería bueno que el sindicato organizara un verdadero debate técnico y político, abierto a la ciudadanía, donde se elaborara un verdadero plan con alternativas y sin secretismos.

28 /

6 /

2013

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

+